En la cama o en cualquier otro lugar donde te guste compartirte eróticamente, ¿has dudado alguna vez de tus habilidades como amante? Algunas somos más inseguras que otras, pero es más que habitual que nos cuestionemos en lo que a dar placer se refiere. ¿El motivo? La terrible educación sexual que recibimos y que nos hace creer que la sexualidad es cuestión de recetas y de un solo modo.
Sea cual sea tu educación sexual, siempre conviene recordar que mantenemos relaciones por diversión, para disfrutar. Así que, ¡cuidado con convertirlo en una tarea! No es trabajo, es placer. A veces, el papel de “supermujer” incluye una escena de “superamante” y la presión en este caso es mucha (¿le gustará así?, ¿pensará que no lo hago bien?, ¿se notará que nunca he hecho esto?) ¡Olvídalo! Sois dos personas (o más, si os apetece) tratando de pasar un buen rato: sin obligaciones, sin agobios y sin presiones de ningún tipo. Además, siempre hay una segunda oportunidad.
¿Cómo aprendemos a besar, a acariciar, a dar y a recibir placer, a dejarnos llevar? Cada una de nosotras tendrá una experiencia, pero es más que probable que se relacione con una de estas técnicas:
- Ensayo-error: la forma de aprendizaje por excelencia y una de esas estrategias que todas hemos utilizado, voluntariamente o no; porque a veces no hay opción. Nos tiramos a la piscina a probar suerte y, según vamos cometiendo errores y corrigiéndolos, mejoramos la técnica. ¿Qué significa eso exactamente? Que aprendemos poco a poco lo que nos gusta y lo que le gusta a nuestra compañera o compañeras. ¿Lo ideal? Complementar lo máximo posible esta opción con información fiable y real, te ayudará a sentirte más segura.
- Imitación: Para imitar necesitamos modelos y en lo referente a la erótica, un tema todavía tabú, no contamos con demasiados. Así, nos resignamos a buscar la imitación de películas, de lo que amigas y amigos nos cuentan, de lo que nos enseñan nuestras parejas y algunas de nosotras también de la pornografía. A quién o qué imitamos es clave, como ya sabes, así que no está de más recordar algunas cosillas clave:
1. La pornografía está ideada para excitar, pero no para educar. Es decir, disfruta cuanto te apetezca con una buena fotonovela o película; pero no confundas escenas sugerentes y estimulantes con lo que a tus parejas pueda gustarles; no tiene por qué ser así.
2. Lo que vuelve locas a unas, puede aburrir a otras. Tendemos a pensar que hay recetas universales, instrucciones que, si seguimos, podemos volver loca a cualquier mujer que se nos ponga delante. Pero la sexualidad es mucho más rica, más variada y compleja. Como en la cocina, a unas nos gustan los guisos de cuchara, a otras los platos fríos y otras nos apasionan con los postres; y, por muy ricas que nos salgan las natillas, si damos con una pareja a la que no le gustan, más nos vale cambiar de menú. Además, por mucho que nos gusten, acabaríamos aburriéndonos si desayunáramos, comiéramos y cenáramos siempre natillas.
3. La ficción, mejor en la televisión. No es algo nuevo que algunas mujeres fingen el placer, aunque cada vez tiene menos sentido: las relaciones eróticas ya no sólo se centran en el placer de la pareja, sino de que nos estamos convenciendo (más despacio de lo que nos gustaría a algunas) de que nuestro placer es, cuando menos, igual de importante. Así que, aunque no podamos asegurarnos de la sinceridad de nuestras parejas, podemos crear un clima de confianza que ayude a que no haya necesidad de mentir; y, por supuesto, ser nosotras mismas sinceras sobre lo que nos gusta y lo que no.
- Repetición: ¿Se te ocurre una forma mejor de mejorar tu técnica? Practicar lleva a la perfección, así que repetir y volver a hacer aquello que más nos gusta hace que poco a poco vayamos mejorando y disfrutando más cada vez.
¿Y se te ocurre algo más excitante que ver a alguien excitado? La erótica es tan variada como puedas imaginar: cada encuentro es diferente. Lo que con una pareja nos encantaba con otra puede no ser lo que más nos apetezca; lo que un día nos parece muy excitante otro día puede parecernos aburrido. Sin recetas, sin varitas mágicas y sin ideas universales. Porque todas las mujeres, todas las personas somos diferentes, con nuestras peculiaridades y nuestra propia biografía; y lo que en un momento nos excita puede no gustarnos más adelante y a la inversa.
No busques trucos, claves estandarizadas ni ingredientes mágicos. Puedes escuchar sugerencias, ideas que no te habías planteado y propuestas a partir de las experiencias de otras personas; pero sólo tú puedes decidir qué incluir y qué no en tus encuentros sexuales. Innova, imita lo que te gusta y practica; y si te equivocas, aprende del error. Pero sobre todo, siéntete libre y déjate llevar.
Fuente: Mirales