Aquella que mira y remira explora el paisaje de un cuerpo en busca de la autocomplacencia de la carne. Y tras estas desvergonzadas muestras de erotismo, cuando finalmente sus miradas expresan que quieren más, surge una invitación a la espera de respuesta. Esta tentadora invitación puede aceptarse de distintas maneras. Una de las formas podría ser iniciando un acto de imitación de la amante, estimulándose a sí misma a la par que la compañera. Asimismo, podría ser una proposición para atravesar la barrera invisible que las separa e intervenir en la estimulación de la amante, terminando así juntas lo que una de ellas había iniciado, provisionalmente, a solas.
Ya no pude dormir durante días. Y es que su recuerdo me hacía pasar las noches en vela, condenándome a una excitación sin recompensa. El día que ella se masturbó junto a mí, su cara y cada uno de sus culpables perfiles quedaron grabados en mis retinas para siempre.
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Fuente: Tu dedo Corazón