Padecer dolor o molestias durante el sexo anal suele deberse a la falta de relajación de los músculos del ano, que impide la dilatación necesaria. De hecho, el ano tiene una gran capacidad para aumentar el tamaño de su abertura. Por este motivo, en principio, su estimulación no tiene que originar dolor. Lo mejor es dejar la ropa interior aparcada junto al pudor y el miedo.
A pesar de las posibilidades de dilatación de ano, hay que tener en cuenta que no se lubrica a sí mismo de manera natural como lo hace la vagina. Debido a ello, introducir repentina y/o bruscamente en el ano uno, varios dedos o un dildo, sin haber conseguido la dilatación necesaria, puede provocar dolor y, consecuentemente, rechazo a esta práctica. Utilizar un lubricante puede facilitar la penetración y la movilidad: los dedos resbalarán suavemente por las cavidades en sombra del ano.
A la hora de mantener relaciones sexuales, el nerviosismo y la falta de relajación no sólo inducen a los músculos a contraerse y, por tanto, a cerrarse. Provocan, a su vez, que disminuya nuestra excitación general. Bajo un estado de nerviosismo, nuestra atención no se centra en los estímulos que intentan activarnos sexualmente. En su lugar, se desvía hacia aquello que nos causa intranquilidad, no dejándonos pensar (ni sentir) otra cosa: «¿me dolerá mucho?», «¿y si no me gusta?», «¿y si quiero que pare?»
Si hemos practicado la estimulación vaginal con penetración, recordaremos que también era dolorosa al principio. Estas molestias no estaban provocadas por la rotura del himen, sino por el acusado nerviosismo de las primeras veces. Cuando comenzamos a relajarnos con la penetración vaginal, el dolor fue desapareciendo y pudimos disfrutarla de manera placentera.
Algunas amantes prefieren iniciarse en la estimulación anal masturbándose ellas mismas. Es mucho más fácil que una mujer se atreva a probar y a disfrutar de la estimulación anal en pareja si ha llegado a sentirse cómoda con esta práctica cuando se masturba.
También hay que tener especial cuidado con la higiene de los dedos antes y después de realizar esta práctica para evitar posibles infecciones en el ano u en otras partes del cuerpo. El ano es un órgano muy sensible y, al igual que otras zonas, necesita mantener su limpieza durante los encuentros eróticos. Una ducha o lavado a conciencia es más que suficiente para garantizar su higiene.
El sexo anal se puede realizar en combinación con otras prácticas amatorias: estimulación vaginal, sexo oral, etc. De hecho, es recomendable combinar esta práctica con otras para conseguir la relajación del ano. De la misma manera, si no estamos acostumbradas a realizarla, resulta favorable iniciarse en ella de manera progresiva.
Lo mejor es empezar insertando un solo dedo, dejándolo inactivo hasta que los músculos de esta zona se acostumbren y no lo sientan como un estímulo adverso sino como un elemento de placer. Estos momentos de quietud son fundamentales, mientras el dedo permanece dulcemente encallado antes de comenzar a navegar por los arroyos que conducen hasta las profundidades del ano. De este modo, conseguiremos la relajación y dilatación necesarias más rápida y fácilmente.
El siguiente paso es continuar con un sólo dedo y realizar suaves movimientos (hacia arriba y hacia abajo o circulares), siempre y cuando nos aseguremos de que el ano está dilatado y nuestra amante se encuentra relajada. Si después de acoger nuestro dedo en su interior disfruta plenamente de esta actividad, podremos comenzar a introducir mar adentro un segundo o incluso un tercer dedo, según su nivel de comodidad y apetencia, o sus ganas de llegar hasta el fondo…
Quería que llegaras tan profundo que hasta sentí que la piel me sobraba.
El ano puede dilatarse considerablemente, por lo que el número de dedos o tamaño del dildo que se va a introducir dependerá de los deseos de nuestra compañera carnal. También se puede realizar la práctica del sexo anal introduciendo la lengua en el interior del ano. La lengua, músculo sexual de adoración constante, provocará, al infiltrarse en este amado túnel, los más húmedos estremecimientos corporales.
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Fuente: Tu dedo Corazón