El masaje erótico o sexual debe realizarse en el ambiente propicio y mediante la estimulación adecuada de la piel y de los músculos. El objetivo es avivar el deseo a través de caricias, besos y frotamientos de la superficie corporal. Hay que buscar el momento y el lugar idóneos. Este tipo de masajes requiere calma y tranquilidad, un tiempo exclusivo, sin prisas ni interrupciones. Es favorable elegir un lugar en el que sea posible controlar los factores que hacen de un masaje sexual un momento especial, tales como la temperatura, la luz, el olor (velas y aceites perfumados), los sonidos (determinadas músicas) y la posición que toman las amantes. Esto no significa que un buen masaje sexual no pueda comenzar espontánea y
naturalmente.
El masaje puede iniciarse por las extremidades para pasar después a recorrer el resto del cuerpo, o puede estar centrado sólo en alguna parte específica. No existe un itinerario determinado durante el masaje. Éste podrá variar dependiendo de nuestros gustos y de lo que el momento (o la amante) diga por sí mismo. Conseguir excitar a alguien a través de un masaje es una habilidad que se aprende y que merece la pena ejercitar, ya que puede dar lugar a multitud de juegos sexuales. Y es que hay que saber que el rastro que va dejando el tacto en la piel difícilmente se borra. Cada rincón de mi piel está tatuado con las huellas de sus manos. Cada víscera marcada por los gritos de placer. Cada amanecer rodeado por sus brazos.
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Fuente: Tu dedo Corazón