Kamasutra lésbico en 25 posturas

Porque la pasión se puede conjugar de muchas maneras, Doctissimo te presenta un kamasutra dedicado al amor lésbico. De las más clásicas a las más acrobáticas, descubre 25 posturas sexuales accesibles tanto a principiantes como a expertas en los placeres sáficos.

1. La Degustación

Cómeme.
En esta postura, una de las dos podrá degustar el sexo de la otra. Con la cabeza metida entre sus piernas, la boca está en contacto con su zona más húmeda y la lengua juguetea para darle más placer.

2. La Ofrenda

Ábrete para mí.
Una de las chicas está sentada, con las piernas muy abiertas, bajo el control de la mirada y las manos de la otra… Un dedo sobre el clítoris, el resto de la mano dentro la vagina… todo se conjuga en esta ofrenda de placer.


3. ¡Firmes!

Agárrame.
Una está sentada con la pierna levantada. La otra está de pie sujetándola. Se trata de un equilibrio inestable que solo se mantiene gracias a las caricias dispensadas mutuamente. Es el placer el que sirve de base y el que desequilibra y da estabilidad al mismo tiempo.

4. La Amazona

Déjame tu pierna.
Esta postura requiere flexibilidad y compenetración. Una se dobla hacia atrás, mientras la otra frota su vulva contra la pierna de la primera en busca de placer. La postura en sí es casi tan excitante como el placer de frotarse contra la otra. El goce nace de la unión entre la fuerza y el abandono.

5. La Podadora


Pódame.
Aquí la forma es importante. Es una postura casi gimnástica, como si se tratase de una figura realizada ante un jurado imaginario. Y no lo dudes, la nota final será la más alta, siempre y cuando las piernas permanezcan abiertas y los brazos en triángulo para sostener una cabeza que se deleita de placer.


6. El Aperitivo

Saboréame.
A diferencia de "La trompa de los Andes", la que está siendo degustada puede mirar a su pareja e indicarle verbalmente lo que quiere y lo que le gusta.

7. La Misionera


Penétrame.
El cinturón con vibrador penetra como una espada y aumenta el placer. Se utiliza para sustituir al sexo masculino pero con feminidad, dulzura e intensidad. La mujer adquiere aquí una imagen fálica y reafirma su poder en la clásica postura del misionero.  

8. Las Tijeras

Conéctate conmigo.
Los genitales de ambas están totalmente en contacto. La postura de las tijeras permite a cada una abandonarse a su placer bajo la atenta mirada de la otra. La comunicación se hace a través de la respiración, del movimiento… mediante un suave roce, una conexión de la una con la otra.

9. La Varita Mágica

Penétrame.
Tumbada sobre su pareja, con las piernas dobladas y abiertas, la que está siendo penetrada se abandona al vibrador que la explora y la lleva al séptimo cielo. No ha ningún contacto visual. Lo único que está permitido es el vínculo con el placer y el abandono sin límites.

10. Sexo y Corazón


Conéctame.
Esta postura, inspirada en el Tantra, es adecuada tanto para antes como para después del acto sexual. Permite reconectar las energías del corazón y de los genitales, creando una circulación fuerte y suave a la vez entre estas dos partes del cuerpo.
Está bien dejarse llevar y recibir todas las vibraciones que conectan la vulva y el corazón. ¡Abrirse sin límites y sin pudor a la energía de la vida!

11. La Dominadora

Sométeme.
La dominadora somete a su esclava, la ata, y la obliga a aceptar su sumisión con su mirada hacia el suelo. Mezcla de bondage y sado suave, la postura de la dominadora permite a la que somete masturbarse mientras contempla la devoción de su pareja.
Obviamente, ¡los roles se pueden invertir!

12. Tutti Frutti

Frotémonos.
Las dos se entregan a las caricias mutuas. Una estimula su clítoris, mientras la otra excita su vulva frotándose sobre la mano en movimiento de su pareja… De este modo, no se sabe quién acaricia ni quién excita a quién, ni quién va a fundirse antes que la otra en el delicioso abismo del placer extremo.


13. El Perrito

Mírame.
El cinturón con vibrador se utiliza aquí para reproducir la posición del perrito con una penetración por detrás, que permite a la que penetra contemplar el sexo de su compañera.

14. La Silla Mágica

Cabálgame.
La vulva, el perineo y el ano reposan sobre una boca golosa para una degustación delicada o salvaje. La que está tumbada no ve, pero siente. Su mirada está posada a lo lejos, en el placer infinito…

15. La Doble Sentencia

Castígame.
Atada, sometida y entregada, la que está tumbada se abandona a las manos de su dulce verdugo. El cinturón con vibrador penetra la vulva y actúa en el clítoris con delicadas vibraciones. No hay escapatoria ante este castigo orgásmico. El placer juzgado con cadena perpetua…

16. La Mecedora Marina

Humedéceme.
Para este dulce ahogamiento en el placer, bastará con una bañera profunda y agua caliente y perfumada. Luego, solo tendréis que dejaros llevar y confiar en los placeres de una humedad acogedora... y dejar que se pare el tiempo meciendo vuestros cuerpos.

17. El Doble Yo

Yo soy tú, tú eres yo.
Ambas utilizan un mismo objeto que las penetra simultáneamente. Están en postura de espejo y tienen la impresión de ser una misma persona en la búsqueda de un mismo placer. Es el momento de la fusión, del descubrimiento de una simultaneidad orgásmica que lleva a una y a la otra a rozar el mismo cielo.

18. La Exploración de las Profundidades


Explórame.
Los dedos de la mano penetran rígidos en la vagina para explorar con calma pero con constancia los genitales de su chica. La lengua también puede entrar en juego y lamer un pezón casi por sorpresa.

19. La Boca Golosa

Devórame.
La boca busca golosa ese pequeño orificio sutil y delicado. Mientras una está a cuatro patas, la otra le practica un anilingus. Lengua y ano forman aquí una combinación perfecta que se transforma en un intenso placer.

20. La Succión

Succióname.
La boca succiona el sexo femenino. Se trata de un bombeo constante en el que la lengua no participa pues se reserva para otros placeres.

21. El Sutil Encuentro

Frótate.
Todo está permitido en este sutil encuentro de vulvas: el roce, la succión, la quietud… Lo importante es que cada una fije su mirada en los ojos de la otra, desafiante y cómplice de asistir a sus reacciones ante el placer.

22. La Trompa de los Alpes

Sóplame.
Mientras una se ofrece por completo a la otra en un equilibrio inestable, la otra da rienda suelta a su deseo soplando suavemente entre las nalgas de su pareja dando lugar a una postura que recuerda a una trompa de los Alpes.

23. El 69

Comámonos.
He aquí el famoso 69 pero en versión lésbica. En esta postura, lo que pasa en un lado, pasa en el otro. Una devora a la otra de manera intensa. Chupar, morder, lamer… ¡todo está permitido! Lanzaos a la búsqueda del orgasmo compartido y simultáneo.

24. El Roce por Sorpresa

Acaríciame.
Una se coloca detrás de la otra y se roza contra ella. Los senos se endurecen con el roce de la espalda. La mano se desliza entre las piernas casi por sorpresa y roza los labios en una caricia sutil, delicada y tierna.

25. La Revisión Ginecológica

Auscúltame.
Los juegos aportan un componente de excitación extra a las relaciones sexuales. Aquí tendréis que hacer como si estuvierais en la consulta del ginecólogo para buscar una pequeña molestia en lo más profundo de la vagina. Sin embargo, no es dolor lo que la paciente va a descubrir, sino el placer de abandonarse a la mano experta de una ginecóloga enamorada.


Textos: A. Héril
Ilustraciones: F. Braun

Y para tí, ¿qué es follar?


¿Desnudos? ¿orgasmo? ¿masturbación? ¿penetración? No hay consenso entre las lesbianas de lo que se entiende por ‘follar’. Sensaciones y necesidades muy personales que se entremezclan con el oscuro pasado de lo que históricamente se ha considerado sexo entre mujeres. Chicas de toda España nos cuentan qué es follar. ¿Y para ti?

Dos chicas se conocen en una discoteca. Toman una copa, bailan y terminan la fiesta encerradas en el baño del local. Se besan en la boca, se quitan los sujetadores, se levantan la camiseta. Se tocan. La mano de una de ella busca el clítoris de su compañera. La compañera prefiere hacer lo mismo con su lengua. Transcurren diez minutos y alguien golpea la puerta. “Salid ya, que aquí tenemos que entrar a hacer pis”. 

Las chicas salen, regresa cada una con su grupo de amigas. “Me he follado a esa en el baño”, dice una. La otra cuenta a sus amigas: “Nos hemos magreado un poco, sin más”.


Follar o no follar. Esa es la cuestión. No todas las mujeres entienden lo mismo por sexo. Esto tiene una herencia, una historia. Durante siglos se consideraba que el sexo entre mujeres no era realmente sexo. En un juicio contra dos mujeres acusadas de comportamientos inmorales, en Escocia en 1811, el juez las exculpó afirmando que “No existe la más mínima posibilidad de que una mujer en la cama con otra mujer mantengan comportamiento inmoral. Si una mujer abraza a otra, no quiere decir nada”.

Mientras algunos códigos penales castigaban los actos sexuales entre varones, las amonestaciones a mujeres eran muy leves, a no ser que existiera cualquier tipo de artilugio utilizado entre ellas con el fin de emular un pene y perpetrar una penetración. Lo que realmente se castigaba, en estos casos, era la desobediencia del rol de género.

“La escasa preocupación por el homoerotismo femenino fue contribuyendo a extender una ignorancia profunda acerca de lo que podían hacer las mujeres unas con otras y de cómo calificar estos actos”, sostiene Beatriz Gimeno en su libro Historia y análisis político del lesbianismo.

La ignorancia de lo que hacen dos mujeres en la cama se extiende hasta nuestros días. Continúa siendo una duda para aquellos que no conciben el sexo sin un miembro masculino. Y, en muchos casos, continúa siendo un tema confuso entre las lesbianas a la hora de buscar un consenso de lo que se entiende por “follar”.

“Una vez una novia me preguntó, ¿con cuántas te has acostado tú antes? Y yo me quedé un poco pillada, porque ahí hablando nos dimos cuenta de que entendíamos cosas muy distintas. Para ella las caricias y masturbaciones eran previos, juegos sexuales, pero no follar. Si no había desnudos u orgasmos ella no consideraba sexo propiamente tal. Follar. Para mi follar se puede hacer con ropa y en un parque, un bar, lo que sea”, comenta Ana María, profesora de 39 años.

“Creo que follar es mucho más que simplemente correrse, un orgasmo no es más que una parte. Es algo realmente difícil de definir, sin embargo, si vemos a dos personas que están follando lo identificamos perfectamente. Es posible que la cuestión sea, ¿dónde comienza a ser sexo? Creo que follar empieza en el momento que los cuerpos de las personas implicadas se entregan al deseo, ya sea con una caricia, un beso, una mirada o una penetración. En el momento en el que todo lo demás desaparece y se despiertan los instintos más básicos”, opina Fátima, de Madrid.

Patricia Huelves, sexóloga de MíraLES, sostiene que definir lo que es “follar” desde un punto de vista sexológico es prácticamente imposible, puesto que es un término más coloquial que técnico. “Desde la sexología podemos aportar es una visión no coitocentrista de la sexualidad: las relaciones eróticas, las prácticas sexuales o lo que llamamos ‘follar’ o ‘hacer el amor’ es mucho más que penes y vaginas. Utilizo como referente el modelo biopsicosocial de la sexualidad. Desde un punto de vista biológico, con la función reproductiva por bandera, follar es coito, penetración vaginal. Pero si atendemos a factores psicológicos y sociales debemos incluir las otras funciones de la sexualidad, igual de importantes: el placer y la comunicación. En relación a estas funciones follar es besarse, meterse mano, rozarse, tocarse, insinuarse, seducirse, masajearse, disfrutar, susurrar, acariciar, masturbar, chupar, fantasear, morder y un larguísimo y casi infinito etcétera”, afirma la profesional.

“Para mi follar implica dos personas, tiene que existir atracción entre las personas y puede ser con o sin penetración, por supuesto, con o sin juguetes. Para mí el acto de follar en si sería mantener sexo con otra persona, sea como sea y creo que no es necesario llegar a correrse puesto que alguna vez nosotras, las mujeres, también hemos tenido gatillazo ¿no?”, comenta Rosa, embarazada de nueve meses.

Yurena, de Canarias, sostiene que para ella el follar es todo. “Todo lo que sea sexo, todo lo que me lleve al orgasmo o no. Con dildos, arneses, sólo con las manos y la boca, desnudas, semidesnudas o mediovestidas, si me hace sudar y vibrar eso es follar para mi”.

Para Mayte, de Tenerife, la definición de follar ha ido cambiando a lo largo de sus 45 años. “Antes tenía el término tan heteronormalizado que lo reducía a la penetración con un dildo o con los dedos. Con el tiempo fui entrando en una sexualidad más lésbica, en la que el concepto de follar empezó a ser mucho más que penetrar, y además lo que entraba ya no lo hacía como sustituto del pene, sino con entidad y morbo propios. Me costó hacer el cambio en mi mente -¿influenciada, entre otras cosas, por la industria de un porno hecho para hombres?-, y liberarme de estereotipos. Hoy por hoy, creo que he follado cuando he alcanzado el orgasmo con mi compañera de cama, independientemente de la forma en que haya llegado a él. ¿Y qué pasa cuando una de las dos no llega, por el motivo que sea? Pues que mido si hemos follado por cómo hemos sudado la camiseta, y por esa sonrisita tonta de satisfacción que se te queda pintada en la cara luego”.

“Para mi follar es un acto sexual entre dos personas que se desean, no tiene por qué incluir ni penetración ni orgasmo, ni desnudos. Pero para si que hay que tener roce con genitales. Puedes restregarte por la pierna de tu amante y conseguir placer. Y a eso le podría llamar follar aunque no me corriese o aunque llevase bragas mientras me restriego. Pero imagino que para personas que tengan limitaciones, por ejemplo una parálisis que haga que pierda la sensibilidad en los genitales, follar puede ser algo diferente. Y que también es válido, que cada una folle como quiera o como pueda”, concluye riendo Isabel, estilista alicantina.

El académico y escritor Raquel Lucas Platero sostiene que follar es excitarse con alguien. “Obtener placer en un sentido amplio. En el BDSM hay mucho placer pero no siempre necesariamente hay orgasmo. Lo que se llama ser ‘stone butch’ implica sexo pero no para ti. En fin, son diferentes experiencias que ponen encima de la mesa el placer, pero no siempre interpretado como orgasmo”.

“Para mí hay una distinción entre follar y hacer el amor. Incluso estando en pareja. Follar sería algo más instintivo, más visceral, más guarro, en el sentido siempre positivo, al tratarse de algo más desinhibido. Considerar que si no hay un pene no es follar me parece una concepción absolutamente cerrada y heteropatriarcal. Hacer el amor para mí es algo que tiene que ver más con la expresión de un sentimiento muy hondo, de un cariño, de una delicadeza, de una sensualidad, de juegos eróticos, que pueden ser más cañeros o menos, pero siempre dentro del amor, del respeto, de la ternura, del goce compartido y lleno de complicidades de todo tipo, desde las más simples hasta las más retorcidas. Insisto en que para mí, follar y hacer el amor son cosas distintas y todas en algún momento caemos en una u otra opción, según el momento, las circunstancias vitales personales o de tu pareja o amante”. Afirma Paz, profesora y escritora catalana.

Virginia, desde Pamplona, también hace la distinción entre follar y hacer el amor. “En sentido ‘bíblico’, para mí es la práctica más salvaje que puedo hacer con una desconocida, llegar al orgasmo como objetivo pero no como fin, según pericia y ocasión. Todas sabemos discernir un cuerpo y una cara bonita, pero no como resultará cuando la deseamos tanto como para acabar acostándonos con ella a nivel de sincronización sexual y es que lo recalco tanto porque coño, me ha pasado. A nivel emocional lo de follar no tiene ninguna carga en ese aspecto, porque para mí es otra cosa sentir algo o hacer el amor”.

Para Rebeca, activista LGTB madrileña, el follar es un cúmulo de sensaciones. “Hay juegos de seducción que te ponen los pezones de punta y hacen arder tu entrepierna. Adrenalina y ganas de poseerla y de que te posea. A veces se queda en agua de borrajas, porque no hay conexión. Expectativas que se van al traste dejándote insatisfecha, no en lo puramente físico sino en alguna parte más profunda de ti. Otras veces, te camelan unos ojos, unos labios, una sonrisa. Los persigues durante tiempo. Tienes fantasías nocturnas y cada vez que la ves poned cara de boba. También hay veces en las que follas sin follar. Creo que muchas de nosotras lo hemos experimentado. De repente notas una mirada clavada en ti, o eres tú quien la mira así a ella. Puro fuego y deseo sexual en el aire, y en ti. Se materializa y el aire se vuelve denso de tanta ferohormona. Y al final no sucede nada, pero tu cuerpo y tu mente terminan tan exhaustas como si lo hubierais hecho de verdad. Alguien me dijo una vez que a esto se le llama follar con la mente”.

“Es un poco limitado pensar que el sexo solo se consigue con un pene o algo que lo iguale, puesto que para mí el encuentro debe ser un fluir químico o un fluir de energías, para que resulte rico y placentero o, si no, por más que se tenga un pene entremedio no resulta una experiencia cien por ciento gozosa. Es rico cuando no se tiene una fórmula para follar y se va dando distinto con cada persona. Lo importante es conocerse uno y estar en sintonía con la otra persona. Para mí el sexo es igual a orgasmo. Con un dedo, la boca, de pie, en la cama. Y bueno, si no se llega, al menos se intenta”, sostiene Constanza, de Chile.

Una respuesta más elaborada entrega Serena, nombre artístico que utiliza como cantante: “Para mi follar es la satisfacción de una necesidad psicológica y fisiológica para conseguir devolverle al cuerpo el estado de equilibrio. Por otra parte es la única que, aún siendo fisiológica, puede no ser realizada sin que con ello el cuerpo sufra consecuencias. Ignorar la sed nos llevaría a la muerte en 76 horas, ignorar la necesidad de sexo no. Para algunas mujeres, es necesario realizar actividades que satisfagan dicho desequilibrio fisiológico sexual, desde la libertad que la imaginación ofrezca, con o sin implicación emocional. Se puede follar con amor, o sin él, con contacto físico duro o tiernas caricias, todo depende de qué necesita cada mujer para devolverle al cuerpo el estado de equilibrio”.

Diana, activista de Alicante, sostiene: “Para mi follar es una fusión de dos mentes en un determinado momento. Dos personas en conexión que saben satisfacerse mutuamente, dejando a un lado los complejos, miedos e inseguridades para dejarse llevar y volar con la otra persona hasta explotar de placer. Pero personalmente, para que esta explosión sea posible, previamente y durante, ha de haber una follada de mente, imaginártelo antes incluso de que suceda, las mentes son maravillosas y la imaginación una de nuestras más potentes armas. Y es que hay miradas y caricias orgásmicas y polvos que te dejan vacía e indiferente. La penetración es una forma más de satisfacer y jugar, como cualquier otra, por lo tanto no es imprescindible. El coño, si es entre dos mujeres, me parece importante, pero como cualquier otra parte del cuerpo: el pecho, el cuello, las piernas, el abdomen, la espalda, los glúteos, la cara. Considero fundamental desnudarse porque puedes sentir a la otra persona, su olor, su tacto, la suavidad de la piel. Poder tocar, lamer, envolverte en toda ella, y que ese mismo deseo de tocar a la otra persona se vuelva tan fuerte que lleguen a estorbar los mismos cuerpos. Follar siempre ha de ser un placer para los sentidos, desde el polvo más sucio hasta el más romántico”.

Noe, de Lanzarote, piensa que follar es el momento de pasión entre dos personas. “No es necesario que hayan desnudos, pero sí que hayan orgasmos, sin eso no hay nada”.

Follar o no follar. Esa es la cuestión. Para algunas es un juego de seducción, roces y miradas. Para otras la implicación de cuerpos desnudos y la coronación de un orgasmo.

Patricia Huelves insiste que es un modelo sexual anticuado y discriminatorio el seguir asociando la erótica y las prácticas sexuales con relaciones heterocéntricas y coitocéntricas. “Follar es lo que cada una busquemos en cada momento: caricias tiernas, un sexo oral muy apasionado, besos intensos, una mastubación lenta y pausada, un povo rápido, una seducción continuada en el tiempo. Follar es todo lo que nuestro imaginario nos permita y todo lo que pretendamos: reproducirnos, comunicarnos, disfrutar y todas las combinaciones posibles de estas cuestiones”, concluye la sexóloga.

Fuente: Mirales

Masaje del Clítoris

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Masaje Erótico

     Comúnmente, usamos el masaje como técnica de relajación para liberarnos del estrés acumulado durante el día. Pero también puede practicarse para despertar poco a poco la excitación de las amantes, ya que las sensaciones que producen las manos al tocar y acariciar son consideradas, desde la antigüedad, elementos fundamentales de las artes amatorias.



     El masaje erótico o sexual debe realizarse en el ambiente propicio y mediante la estimulación adecuada de la piel y de los músculos. El objetivo es avivar el deseo a través de caricias, besos y frotamientos de la superficie corporal. Hay que buscar el momento y el lugar idóneos. Este tipo de masajes requiere calma y tranquilidad, un tiempo exclusivo, sin prisas ni interrupciones. Es favorable elegir un lugar en el que sea posible controlar los factores que hacen de un masaje sexual un momento especial, tales como la temperatura, la luz, el olor (velas y aceites perfumados), los sonidos (determinadas músicas) y la posición que toman las amantes. Esto no significa que un buen masaje sexual no pueda comenzar espontánea y
naturalmente.



     El masaje puede iniciarse por las extremidades para pasar después a recorrer el resto del cuerpo, o puede estar centrado sólo en alguna parte específica. No existe un itinerario determinado durante el masaje. Éste podrá variar dependiendo de nuestros gustos y de lo que el momento (o la amante) diga por sí mismo. Conseguir excitar a alguien a través de un masaje es una habilidad que se aprende y que merece la pena ejercitar, ya que puede dar lugar a multitud de juegos sexuales. Y es que hay que saber que el rastro que va dejando el tacto en la piel difícilmente se borra. Cada rincón de mi piel está tatuado con las huellas de sus manos. Cada víscera marcada por los gritos de placer. Cada amanecer rodeado por sus brazos.


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Fuente: Tu dedo Corazón

Voyeurismo con Ella

     Deleitarnos con la exhibición de nuestra pareja sexual estimulándose a sí misma puede resultar una práctica contemplativa muy excitante para ambas. Comenzar a observarla desde el voyeurismo, repasando sus gestos mientras se desnuda y recorre con roces distintas partes de su cuerpo, puede anunciar destinos muy distintos para las partícipes de este encuentro sexual.

     Aquella que mira y remira explora el paisaje de un cuerpo en busca de la autocomplacencia de la carne. Y tras estas desvergonzadas muestras de erotismo, cuando finalmente sus miradas expresan que quieren más, surge una invitación a la espera de respuesta. Esta tentadora invitación puede aceptarse de distintas maneras. Una de las formas podría ser iniciando un acto de imitación de la amante, estimulándose a sí misma a la par que la compañera. Asimismo, podría ser una proposición para atravesar la barrera invisible que las separa e intervenir en la estimulación de la amante, terminando así juntas lo que una de ellas había iniciado, provisionalmente, a solas.

Ya no pude dormir durante días. Y es que su recuerdo me hacía pasar las noches en vela, condenándome a una excitación sin recompensa. El día que ella se masturbó junto a mí, su cara y cada uno de sus culpables perfiles quedaron grabados en mis retinas para siempre.



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Fuente: Tu dedo Corazón

Tríos y Sexo en Grupo

     Para algunas mujeres resulta excitante mantener relaciones sexuales con más de una compañera al mismo tiempo. Suele ser una fantasía común que despierta la curiosidad de muchas personas, sea cual sea su preferencia sexual. Esta fantasía puede llevarse a la práctica o quedarse en la parcela de lo imaginario. Los prejuicios sociales que la rodean suelen ser la causa de que en muchos casos no se consume. Otro de los motivos frecuentes por los que no se llega a realizar, a pesar de suponer una apetencia, es el miedo a que conlleve una crisis o incluso la ruptura de la pareja. Deberíamos aceptar este tipo de fantasías como parte de nuestro imaginario sexual, respetando las apetencias y gustos sexuales de cada persona de manera abierta y responsable. Con ello, será positivo realizarla, siempre y cuando todas las participantes de la actividad sexual quieran y estén seguras de llevarla a cabo.

     Hay parejas que en algún o algunos momentos de su relación desean realizar un trío e incluir a una tercera persona dentro de sus prácticas sexuales. Esta es una decisión que debe tomar la pareja de mutuo acuerdo, sopesando pros y contras y eligiendo ambas libremente. El trío y el sexo en grupo aportan mayor número de sensaciones físicas de manera simultánea, ya que son más de dos personas las que toman partido de este encuentro corpóreo de deseos. Las soledades sexuales ese día descansan.

     Las reglas son diferentes, desconocidas hasta el momento. El cuerpo adquiere un nuevo lenguaje que pone su acento en la multiplicidad de estímulos, en las mezclas y las imposibles combinaciones de fluidos. Los cuerpos se adhieren cuales piezas de puzzle, entrelazándose en busca de sus sujeciones de placer. Las alianzas formadas por las superficies carnales alcanzan cambiantes diseños cromáticos, de formas y posturas en continuo estado anárquico. Piel en pieles, cuerpo en cuerpos que no ocultan su interés por fundirse entre sus iguales.

Desde esa noche, el número tres no ha vuelto a ser el mismo. Y la cama me parece demasiado grande. Con cada poro de nuestra piel cubierto de placeres, nos estudiamos las unas a las otras. Entre sumas de deseos y restas de energías, llegamos al infinito. Formábamos juntas una ecuación perfecta



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Fuente: Tu dedo Corazón

Estimulación Vaginal

     La vagina es un órgano sexual con gran capacidad erógena. Está cargada de terminaciones nerviosas, principalmente en el primer tercio cercano a su entrada. En las zonas más recónditas de la vagina también tenemos sensibilidad, aunque ésta es mucho menor. Llamar a su puerta y adentrarse en sus oscuridades empapadas puede resultar una visita llena de placeres. La estimulación vaginal puede realizarse introduciendo uno o varios dedos. Utilizar algún tipo de juguete o accesorio para la penetración también podrá ofrecer a nuestra amante multitud de sensaciones satisfactorias.

     Para que la estimulación vaginal resulte muy placentera es necesario asegurarse de que nuestra compañera se encuentra muy excitada y, por tanto, lubricada. De esta manera, la penetración no resultará dolorosa. Para conseguir que lubrique lo suficiente, habrá que dedicar tiempo a despertar su libido, estimulando otras partes del cuerpo hasta que su excitación sea más que evidente. Si nunca antes se ha practicado la estimulación vaginal se puede experimentar, debido al nerviosismo, molestia o dolor al introducir uno o varios dedos. Cuando estamos incómodas o nerviosas, nuestras paredes vaginales se cierran, impidiendo el paso a su interior.


     Si esta primera vez aparece sangrado en la vagina, no hay que alertarse, ya que seguramente se deba a que el himen no se había roto anteriormente. Este sangrado no tiene por qué ser muy abundante y las molestias en la vagina desaparecerán a los pocos minutos si ambas amantes se encuentran relajadas. Una buena forma de iniciar esta práctica es introduciendo únicamente un dedo hasta el primer tercio de la vagina —que es la parte más sensible—, siempre y cuando esté lo suficientemente lubricada. Una vez que la compañera sexual se encuentra cómoda y pide más, se podrá continuar introduciendo el dedo, hasta que la vagina se apodere de él sin compasión.


Dime, dime qué quieres…
Quiero tu dedo corazón.
Quiero tu dedo, corazón…


     La combinación de la estimulación vaginal junto con otras prácticas sexuales,como el sexo anal o la estimulación (oral o manual) del clítoris, puede provocar un elevado placer. El cuerpo recoge la diversidad de sensaciones que le llegan y se va perdiendo lentamente entre ellas. La estimulación vaginal puede realizarse con movimientos circulares, hacia arriba y hacia abajo, o centrándose en algún punto o área de la vagina. Igualmente, la presión que se ejerce puede ser muy diversa: gradual; delicada, durante toda la actividad estimulatoria, o únicamente en las primeras penetraciones; o con un movimiento firme y profundo.

     La estimulación vaginal puede hacerse también introduciendo la lengua en su interior. La anhelante cavidad aclamará los suaves movimientos de su húmeda aliada sexual. Asimismo, la estimulación vaginal puede practicarse aunque una de las dos amantes, o las dos, estén menstruando en ese momento. Distinto es que no nos guste o no nos apetezca debido a las molestias físicas que puede ocasionar, o a que la presencia de sangre durante la práctica sexual pueda suponer un encuentro incómodo o poco higiénico.

     Hay amantes a las que no les supone molestia de ningún tipo mantener relaciones sexuales durante la menstruación, valorando la regla como parte de la naturaleza femenina. Hay otras mujeres que prefieren esperar a que pasen los primeros días de la regla o a que el sangrado concluya totalmente. Todo depende de los gustos, de los apetitos carnales… y de la capacidad para aguantar sin tocarla.


Cuando te fuiste, tuve que 
chupar mis manos y cada uno 
de los dedos que aún
conservaban tu sangre para que 
de ese modo me llegara a las 
entrañas. Tu sangre que es mi 
sangre. Aquella que bombea tu 
corazón. Y ahora el mío.


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Fuente: Tu dedo Corazón